2 de abril de 2009

El final del Verano ...

Mítica fue la emisión de aquel final de la serie “Verano Azul” en la que los personajes Julia, Pancho y Barrilete cerraron con una incomparable secuencia de sentimientos el final de una serie televisiva recordada por todos y en la que la canción de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa (El Final del Verano) sirvió para poner en escena una sensación que todos recordaremos.


Y así de lacrimógena y estéril es la situación a la que llegan con mayor o menor celeridad el conjunto de los directivos en su carrera profesional. Un final en el que los recuerdos, los éxitos y los retos conseguidos se desvanecen en un vaivén de fantasía que ha durado no más de 20 ó 30 años de nuestra vida profesional. De manera esperada y discreta llega el día en el que aparece la sombra encorvada del día de la ejecución del reo; la aparición suele venir acompañada de una mañana fría y agria de detalles, que se cuela en el despacho


 cogiendo forma de prejubilación "justificada", de una nueva definición de perfiles o de un sencillo reconocimiento a los años prestados a la causa. A partir de ese momento, aparece la maldita “caja de cartón” de 30 x 30 x 30 cm, en la que no se sabe de que modo, ni de que forma, seremos capaces de guardar esos años de historia que fueron capaces de convertir el despacho en nuestra propia casa, en nuestra segunda e incluso primera familia, dónde los buenos momentos siempre superaron a los malos, dónde hemos crecido profesional y porqué no decirlo profesionalmente, donde hemos sido capaces de ver nuestro cambio y deterioro físico a través del archivo fotográfico de las cenas de navidad de la empresa, donde ya no están algunos que nunca debieron de estar y no están otros que nunca debieron de desaparecer; ese es el momento en el que nuestra compañía "melancolía", nos acompañará durante un extenso periodo de tiempo. Es el momento en el que la abultada cifra, generalmente con varios y atractivos dígitos fruto de la transacción de los recuerdos, no será capaz de superar el reto de la frustración.


La mal entendida libertad ha llegado a nosotros con un olor especial, una imagen y una voz tan características y peculiares que vivirán con nosotros durante un largo e interminable periodo de nuestra vida. La superación del momento debe de compensarse con la satisfacción de nuestro aporte de gestión a la comunidad pública o privada, con el orgullo de haber sido capaces de mover el mundo empresarial en el que hemos estado a través de las ideas, los cambios, los retos objetivados, la ilusión con la que nos hemos levantado cada mañana para aportar valores a la sociedad, la que nos ha llevado a gestionar personas por encima de todo y a conseguir llegar al final de la meta, triunfantes y aclamados por un público que reconozca nuestra aportación del compromiso.


En ese momento en el que “el final del verano” llega sin avisar y su melodía suena en lo más íntimo de nosotros mismos; le debemos de hacer un hueco especial en nuestra soledad y ser capaces de darnos las gracias a nosotros mismos por auto evaluarnos para afrontar nuestro próximo reto, … seguir viviendo.


“… en algún lugar en el tiempo futuro, entre los años 2.024 y 2.030 …”

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